Sunday, October 4, 2009

6: La locura del bus

Una vez, mi amigo y yo nos fuimos del Ecuador.

En uno de los viajes de bus más largos de todos los tiempos, yo fui desde el sur del Ecuador hasta el norte del Perú. Afuera del bus, era un día gris. El clima en la costa siempre parecía estar húmedo y un poco oscuro por la capa de nubes grises. Era el invierno en ese tiempo. Me encantaba la vista, la brisa, y la gente en bici y motocicleta afuera.

Por suerte, o por la gran confusión del mundo entero, yo conocí a varias personas interesantes mientras el bus iba hacia el sur. Hubo un viajero que era un avenutero interesante, y por eso no me gustaba mucho. Supongo que yo tenía celos de él. Él era de Bélgica. Hablaba cinco idiomas a la perfección. Su pasaporte tenía los sellos de muchísimos paises. Y tenía una barba chévere. Me faltaba una de aquellas.

Había otro viajero, y éste era de Tejas. No me acuerdo de su nombre, porque él era mil veces más aburrido que cualquier otra persona. El tejano se acostó en su silla con los auriculares blancos de su iPod metidos en sus orejas. Él no veía las hojas verdes de los plátanos por las ventanas, no escuchaba la conversación alegre de la gente del bus; realmente no estaba vivo por la duración del viaje en bus.

Qué lastima. Corey y yo fuimos los pobres víctimas de una larga conversación con dos mujeres, y después de dos otras viajeras.

Primero había Paula, una mujer bonita, con una cara que me recordaba de un oso de peluche. Ella viajaba con la anciana Verónica, quien pudiera haber sido su abuela. Ellas no dejaban de interrogarnos. - ¿De dónde son ustedes? ¿Cómo se llaman? Dónde aprendieron español? ¿Qué van a hacer en el Perú? ¿Dónde están sus novias? ¿Cuánto tiempo llevan aquí?

Más tarde estaban preguntando -¿Por qué no vienen con nosotras para trabajar en Santiago, Chile?

En ese momento Tifani y Ambar, dos otras viajeras que parecían ser mujeres, también intentaron convencerme a ir a Chile para trabajar. -¡Chile, Chile, Chile!- estaban gritando. Tifani era una persona alegre; había estado riendo desde el principio de ese viaje. Antes, yo no sabía de dónde venía la risa en tono alto, pero luego averigüé que venía de la mujer con cabello trenzado y con ojos color morado.

Tifani me miro y guiñó uno de los ojos violetos. También sopló un beso hacía Corey y mí. Nunca se sabe a quien uno puede conocer en un bus. Estas situaciones solamente parecían hacerse más y más absurdas. De vez en cuando Tifani decía en una voz ridícula la única frase que conocía en ingles- ¡look at my hair! Ambar no hablaba mucho. Su actividad preferida era desaparecer por un rato y volver llevando nueva ropa.

Después de horas innumerables, una joven empleada del bus vino para servir una cena a los pasajeros. Ella llevaba un delantal verde. Estaba ocupado con cargar comida para todos, pero parecía una persona simpática. -Ay, niña, ¿puedes tocar un poco de bachata en la radio? Esta música es tan fea…- le preguntó Paula en un tono suplicante. La joven asintió con la cabeza, pero no vino la música que Paula tanto quería escuchar.

Tifani y Ambar eran mujeres, pero era evidente que no habían sido así siempre. No nos explicaron mucho, pero antes ellas eran ellos. Así fue que por una eternidad en el bus, ellas dos nos interrogaron con Paula y Verónica. Tifani y Ambar preguntaron las preguntas más incómodos. Intentaron averiguar quien tenía zapatos más grandes.

Paulo miró por la ventana. Ya era otra noche oscura y húmeda en la costa del continente sudamericano. Ella dijo -Mira, ¡‘ta feo! Yo apuesto que haya leones allá fuera.-

-Sí- dijo Verónica de acuerdo con Paula. -Yo tendría miedo de pasear allá. Pero no tendría miedo si alguién como ustedes estuviera conmigo. Para defenderme de los leones.

Tifani guiñó otra vez con un ojo violeto. -Look at my hair- dijo otra vez en una voz chistosa. Una película tonta estaba tocando en la televisión del bus. La joven con el delantal verde pasó otra vez. -Niña, bachata por favor. Queremos escuchar bachata. Esta película es tan fea…- Paula estaba rogando en el mismo tono triste. Su cara todavía parecía a un oso de peluche. Ambar desapareció y volvió llevando una camisa diferente. Las cuatro de ellas intentaron de persuadirnos a ir hasta Chile otra vez. <<¡Chile, Chile, Chile!Todo el mundo pareció ser lleno de gente loca. El muchacho tejano todavía estaba dormido en la silla. Hasta el otro viajero bélgico estaba durmiendo. Pensé que eso sería una buena idea… yo tenía muchas ganas de descansar un poco.

En Tumbes, Perú, me bajé del bus y reflexioné sobre el largo viaje que duró todo el día. Era una noche vacía de gente en la calle de una ciudad desconocida, pero me alegró estar en un lugar tranquilo por fin. A la misma vez, iba a extrañar las amigas extrañas que estaban yendo al Chile.

Fue un tiempo chistoso e incómodo cuando dos mujeres, dos hombres que acababan de hacerse mujeres, y dos muchachos que apenas se habían hecho hombres viajaron juntos en un bus lleno de gente loca.

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